sábado, 1 de noviembre de 2014

Vivir compartiendo piso

Pues sí, comparto piso.

Desde hace ya más de dos años vivo con 4 amigos...aunque alguna vez parezcamos enemigos. No era la primera vez, pero no importa el tiempo que lleves, hay cosas que no cambian. Si compartes piso, parece que vives en un "día de la marmota" constante. Las mismas situaciones se vuelven a repetir una y otra vez, y aunque intentes poner remedio siempre están ahí.


El que no ha compartido piso alguna vez, se pierde una de las mejores experiencias que se puede tener en la vida. Sí, es agotador, pero cuando vuelves la mirada atrás hace que merezca la pena.

Y por qué? A lo mejor estos puntos que pongo aquí abajo te refrescan la memoria.

1. Fregar es un suplicio: si además no tienes lavavajillas, prefiero aguantar a Jorge Javier Vázquez 24 horas seguidas hablando sobre filosofía oriental. Las mejores excusas se han puesto, después de una comida con amigos en casa para no tener que fregar, misteriosamente la gente tiene alergia a la cocina, desaparece del salón o comenta una enfermedad que no le permite el contacto con el Fairy. En mi casa, además somos bastantes graciosos, y nada de lo que se friega se mete a los cajones, me explico; básicamente se van apilando platos y sartenes, como si estuviéramos jugando una "Jenga" hasta que uno se ve obligado a meter todo en el armario, para que no haya un cataclismo en la cocina.


2. Visitas inesperadas: cuando compartes piso las visitas son motivo de alegría. La ilusión que le hace a tu colega de recibir vistas es inversamente proporcional a la que te hace a ti y a lo que te rompe el finde. Casualmente aparecen ese finde que precisamente tu quieres descansar, esas semanas que el curro no mola nada, y sólo quieres dormir y verte cuatro pelis. Las visitas vienen con ganas de farra, duermen en el sofá y se comen tus galletas.


3. La despensa es de todos: compartir es vivir, incluso si es tu comida que te has traído de España con tanto amor. Lo guay que es, levantarse por la mañana, irse a tomar un colacao, abras la tapa, y no quede nada. GRACIAS. Bocadillito de merienda de jamón con tomate, abres la nevera, y sólo hay telarañas, ni rastro de sobres de jamón. Tengo un amigo que escribía "bombas fétidas" en la caja en la que guardaba los Pelotazos para que no se los pillaran...


4. Domingos de películas: no todo es malo cuando compartes piso. De vez en cuando hay planes caseros, rollo familia feliz, de ver una peli de tarde, previo a la tortura de los lunes. La familia feliz prepara palomitas, pone cocacolas, saca mantas para la ocasión, pero la familia deja de ser feliz a la hora de elegir la peli. Yo no veo pelis de miedo, ya la he visto, no me apetece ver una de pensar,,,,destrozan el ambiente de alegría reinante.


5. Manías: A tus compañeros de piso les quieres (y te quieren) tal como son. Todavía no conozco a una persona que no tenga ninguna manía. Andar sin camiseta, fumar cuando el otro come, dejar pelos en la bañera, no cambiar el rollo de papel cuando se ha acabado, poner música de buena mañana cuando tu todavía duermes son cosas que te van minando por dentro. Lo mejor es hablarlo. El ojo por ojo nunca ha funcionado en una casa.


6. Compañeros de fatigas: cuando compartes piso acabas teniendo una relación tan estrecha con tus compañeros que al entrar por la puerta ya sabes lo que les pasa. Las caras de cabreo, las buenas noticias, las mañanas de resaca se llevan mejor si tienes un compañero de piso que te saque una cerveza fría o te sepa escuchar según la ocasión lo requiera. Llegar a casa y tener un compañero de piso que se pasa el día deprimido no es sano.


7. Montar fiestas: cuando montas una fiesta en casa te expones a muchas cosas. Lo primero de todo es importante tener compañeros de piso de tu mismo rollo a los que les guste de vez en cuando montar fiestas en casa. Todos sabemos lo difícil que es el día siguiente, cuando hay que recoger botellas, colillas del suelo, y limpiar el baño por el que ha pasado toda la fiesta. Sin embargo las fiestas unen a la casa, estrechan lazos, hacen que se tomen decisiones democráticamente. El éxito de una fiesta se mide en el nivel de compromiso de todos los de la casa. Si la música está bien pensada, los vasos son rojos, la cerveza está fría y hay suficiente hielo nada puede fallar.


8. Las lavadoras: cuantas más personas vivan en una casa, más importancia tiene la lavadora. Cuando más necesitas poner una, siempre hay alguien que la ha puesto antes que tú en programa "centrifugado total" que dura 2 horas y pico, y en las que tu te planteas porque no has llegado 5 minutos antes. Anda que no es clásica la frase: -Voy a poner una lavadora!, y tu compañero de piso por detrás, -Joder, que la iba a poner yo!


9. Las mañanas: me encantaría poner una cámara un día de 7 a 8.30 de la mañana en mi casa de un lunes cualquiera. El ajetreo de gente medio zombie andando por casa es tela. Es como una carrera de relevos: venga dúchate tú que yo voy desayunando. Prepárame el café! No queda leche! Sal del baño que llego tarde. Me he olvidado la cartera. Y el móvil. Cuánto lo voy a echar de menos cuando viva solo...

10. Nuevo compañero: Que se vaya un amigo tuyo del piso siempre son malas noticias (Fechi y Borja, que tristeza), no porque él se vaya que normalmente implica una buena noticia (cambio de curro, de ciudad, ascenso o vida con novia) si no porque toca buscar a alguien nuevo que pueda reemplazarle y que mantenga el colegueo en la casa. Da igual a quien veas, que siempre le sacas defectos: qué tio más raro, seguro que no sale nada, no sale de su cuarto, deja los calzoncillos en el baño...es un proceso por el que hay que pasar. De la elección que tomes, dependerá el buenrollismo de los próximos meses. Os dejo un video de una peli que me mola (L'auberge espagnole)


Si tienes la oportunidad, comparte piso, NUNCA te vas a arrepentir.

Para conocer a la gente hay que ir a su casa.
Johann Wolfgang Goethe